miércoles, 2 de abril de 2014

DILEMAS DE LA GUERRA CIVIL III: VÍCTIMAS Y REPRESIÓN

Uno de los grandes debates de la Guerra Civil (1936-39), es de la violencia , la represión y el destino de sus víctimas como dicen Francisco Espinosa y  Luis Ledesma en  el libro de En el combate por la Historia:

“El fenómeno represivo fue tan duro que inevitablemente surgieron una serie de mitos para que el terror pudiera ser normalizado tanto por parte de los perpetradores como por las víctimas. Estos
mitos arraigaron de tal manera que todavía hoy están vigentes en la sociedad española, en lo cual influye que solo recientemente, con la investigación y con la movilización social en torno a la memoria histórica, ha habido oportunidad de contrastarlos con la realidad de los hechos, antes ocultos, y con otro modo de ver el pasado. En realidad es la primera vez que muchas personas han hecho públicos sus recuerdos y sentimientos sobre lo acaecido en su entorno familiar.”



“Obsérvese un curioso fenómeno: los mitos en torno al caos de la República cumplen la función de justificar el desorden y la violencia Posterior. ¿Habrá mayor caos y miedo que el producido por el avance de las columnas sublevadas o el padecido por las ciudades y pueblos que sufrieron la guerra? Pero sobre todo, al criminalizar a la República, se oculta que la violencia habida en esos años no es nada comparada con la violencia y el terror que se extendieron por todo el país desde abril de 1939 hasta finales de la década siguiente. Años de terror, de muerte y de hambre, como el invierno de 1940, todo el año 1941, el peor, y buena parte de 1942, período que marcó para siempre a quienes lo padecieron. No solo se siguió matando sino que, aprovechando la guerra mundial, se dejó morir de hambre y enfermedades a los presos, que cayeron por centenares en las prisiones provinciales, y a sus familiares, víctimas de los males más diversos, desde los más comunes con que se denominaba el hambre (caquexia, avitaminosis, anemia e inanición) hasta enfermedades como el paludismo, las fiebres tifoideas o la pelagra. La mortalidad producida por el hambre diezmó el ya de por sí expurgado mundo de los vencidos. Sus consecuencias reales aún no han sido investigadas.”

“Otro mito básico es el que se centra en la terrible desgracia de las guerras civiles, lo peor que hay: la guerra entre hermanos. Cumple la función de olvidar la raíz del problema.”

“El recurso sin más a la consabida maldad de las guerras civiles las sitúa en un plano superior, como si vinieran dictadas por el destino o por el espíritu cainita de algunas sociedades; el deseo bienintencionado e ingenuo de que no vuelvan a ocurrir nunca más las vuelve a colocar en el mismo plano. Las guerras civiles se producen, como vemos sin cesar a nuestro alrededor, porque hay quien las provoca y saca beneficio de ellas. España no fue una excepción. Y en relación con esto, nada más falso que ese otro mito de que en la guerra civil todos fueron perdedores: hay ejemplos sobrados que nos muestran que hubo vencedores y vencidos, e incluso que quizás haya sido uno de los conflictos en los que los vencedores hayan querido dejar más claro y para siempre quiénes eran unos y quiénes eran otros.”

Mitos:

1.-Los republicanos tenían planes de exterminio o listas.
2.-La represión era Falange. 

En ningún momento fueron conscientes, salvo algunos, de que eso que veían era el tercer escalón de la estructura represiva. La mayoría ignoraba quiénes eran los miembros de las gestoras municipales y sus atribuciones; incluso desconocían las relaciones que unían a algunos de estos gestores, meros delegados, con los verdaderos poderes locales, que no eran otros que los representantes de los sectores socioeconómicos afectados por las reformas republicanas, que eran los que ahora orientaban la criba represora.
Tampoco eran conscientes de la importancia de la comandancia de la Guardia Civil, a cuyo responsable desconocían por lo general, ignorando igualmente que era ahí y en contacto con las autoridades militares provinciales y de la Capitanía correspondiente donde se fraguaban las decisiones que afectaban a los vecinos desde su detención a su desaparición, y tanto en la fase inicial de los bandos de guerra como en la posterior de los consejos de guerra sumarísimos de urgencia.”

“. Así, hay lugares donde los crímenes son adjudicados a un grupo de incontrolados o a gente de fuera. En el primer caso se trata de dar un carácter improvisado y casual a lo que no lo tuvo; en el otro, aun teniendo cierta base real —hubo casos en que localidades cercanas se intercambiaron la tarea represiva para no señalarse ante el vecindario—, tiene igualmente por objeto desviar la atención de los verdaderos responsables locales...

3.-El mito de las víctimas personales.

“Este mito clave cumple varias funciones. Los afectados sabían ciertos nombres de individuos implicados en la desaparición de sus familiares, pero ante una dictadura sin fin como la franquista esa información servía para poco. Fue así cómo de manera paulatina se fue imponiendo la idea de que casi todas las víctimas lo fueron por motivos personales. Esto se produjo mediante bulos diversos: en el caso de las mujeres asesinadas siempre había algún antiguo novio despechado o que eran deslenguadas; en el de los hombres, deudas contraídas y no pagadas o conflictos de todo tipo habidos en los años republicanos, algunos por ser muy echaos p’alante, etc. Todo menos admitir que fue un conflicto de clases en el que se eliminó al adversario.”

“Obsérvese que las víctimas de derechas nunca caen por venganzas personales, sino por ser propietarios, sacerdotes, falangistas, etc.”

“Son conocidas las leyendas por las que algunos rojos salvaron la vida en el último momento: «Don Fulano se acercó y ordenó que lo bajaran del camión», «Don Zutano lo sacó de la cuerda», «El amo le dijo que se fuera a la finca tal y aguardara un tiempo», «El párroco se plantó delante del camión y dijo que allí el primer rojo era él y que por tanto acabaran con él primero», «El cura habló con la superioridad y ya no mataron a nadie más», etc. Toda la España de la represión está llena de historias similares, algunas de las cuales también tuvieron una parte de realidad. Lo que oculta este mito es que lo normal fue lo contrario. Es sabido que algunos propietarios y párrocos se implicaron directamente en la represión, concretamente en la selección de los que debían ir cada noche al paredón.”

“ Nos consta que existieron ficheros exhaustivos con los nombres de los represaliados, ficheros que se estuvieron utilizando durante la Dictadura y que llegaron íntegros hasta la década de los ochenta, pero en cierto momento desaparecieron y no se ha vuelto a saber de ellos.”

“En la retaguardia roja, la «limpieza» no estaba dirigida y sancionada desde la cúpula del poder, como sucedía en el otro lado. Procedía de la virtual desaparición del Estado y de la radical dispersión del poder que se produjo allí al inicio de la guerra. De igual modo, tampoco fue una eliminación del contrario previa y explícitamente planificada, ni era, como acabó siendo en la zona rival, la columna vertebral de todo un proyecto político. Surgió más bien como respuesta a la rebelión y a la violencia que les acompañaba y fue en buena medida fruto de la brutal improvisación de aquellos primeros meses de guerra y revolución.”

Pasaje de: VV, AA. “En el combate por la Historia.” por FRANCISCO ESPINOSA Y JOSÉ LUIS LEDESMA.







Hoy desde nuestra posición es muy difícil entender tanta violencia




<<...Durante la Guerra Civil española, cerca de 200.000 hombres y mujeres fueron asesinados lejos del frente, ejecutados extrajudicialmente o tras precarios procesos legales. Murieron a raíz del golpe militar contra la Segunda República de los días 17 y 18 de julio de 1936. Por esa misma razón, al menos 300.000 hombres perdieron la vida en los frentes de batalla. Un número desconocido de hombres, mujeres y niños fueron víctimas de los bombardeos y los éxodos que siguieron a la ocupación del territorio por parte de las fuerzas militares de Franco. En el conjunto de España, tras la victoria definitiva de los rebeldes a finales de marzo de 1939, alrededor de 20.000 republicanos fueron ejecutados. Muchos más murieron de hambre y enfermedades en las prisiones y los campos de concentración donde se hacinaban en condiciones infrahumanas. Otros sucumbieron a las condiciones esclavistas de los batallones de trabajo. A más de mediomillón de refugiados no les quedó más salida que el exilio, y muchos perecieron en los campos de internamiento franceses. Varios miles acabaron en los campos de exterminio nazis. Todo ello constituye lo que a mi juicio puede llamarse el «holocausto español»... >>



Un terrateniente de la provincia de Salamanca, según su propia versión, al recibir noticia del alzamiento militar en Marruecos en julio de 1936 ordenó a sus braceros que formaran en fila, seleccionó a seis de ellos y los fusiló para que los demás escarmentaran. Era Gonzalo de Aguilera y Munro, oficial retirado del Ejército, y así se lo contó al menos a dos personas en el curso de la Guerra Civil[1]. Su finca, conocida como la Dehesa del Carrascal de Sanchiricones, se encontraba entre Vecinos y Matilla de los Caños, dos localidades situadas, respectivamente, a 30 y 35 kilómetros al sudoeste de Salamanca. Si bien esta presunta atrocidad supone una excepción extrema, los sentimientos que pone de manifiesto eran bastante representativos de los odios incubados lentamente en la España rural durante los veinte años anteriores al
alzamiento militar de 1936.

fragmentos sacados de EL HOLOCAUSTO ESPAÑOL. Paul Preston.






























ENLACES:





ACTIVIDAD:

-Lee el texto y los artículos de los enlaces, busca información a favor y en contra  de la visión de la represión  que transmite.

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