lunes, 2 de junio de 2014

HACE 20 AÑOS...






Hace 20 años Rifkin publicó el libro El fin del trabajo, en que cuenta lo siguiente:


 “El desempleo en el mundo ha alcanzado en la actualidad su nivel más elevado desde la gran depresión de los años 30. Más de 800 millones de seres humanos están en la actualidad desempleados o subempleados en el mundo. Esta cifra puede crecer dramáticamente entre hoy y el final de siglo, puesto que millones de recién llegados al mundo laboral se encuentran sin posibilidades de trabajo, muchos de ellos víctimas de la revolución tecnológica que está sustituyendo, a pasos agigantados, a los seres humanos por máquinas en la práctica totalidad de sectores económicos e industrias de nuestra economía global. Después de años de previsiones optimistas y de falsas expectativas, las nuevas tecnologías en los campos de los ordenadores y de las telecomunicaciones están, finalmente, produciendo los impactos largamente anunciados sobre el mercado laboral y sobre las economías nacionales, llevando a las diferentes comunidades que conforman nuestro mundo actual al inicio de una tercera gran revolución industrial.”

“Mientras que el público, en general, sigue oyendo hablar de unos mejores tiempos venideros desde el punto de vista de la economía, en todas las partes del mundo los trabajadores se quedan perplejos por lo que aparece como un proceso de agravamiento del desempleo. Cada día las empresas multinacionales anuncian su tendencia a ser más competitivas a nivel mundial. Nos dicen que los beneficios están aumentando regularmente. Además, al mismo tiempo, las empresas anuncian despidos masivos. Tan sólo en el mes de enero de 1994 los empresarios americanos más importantes dejaron sin trabajo a más de 108.000 trabajadores.”

“Durante la mayor parte de la década de los años 80, estaba de moda el culpar por la pérdida de puestos de trabajo en fabricación en los Estados Unidos a la competencia extranjera y a la mano de obra barata de los países de ultramar. Sin embargo, recientemente, los economistas han empezado a revisar sus puntos de vista a la luz de nuevos estudios en profundidad en el sector manufacturero americano. Notables economistas como Paul R. Krugman de MIT y Robert L. Lawrence de la Universidad de Harvard sugieren, sobre la base de estos amplios datos, que «la preocupación ampliamente difundida en los años 50 y 60 sobre el hecho de que los trabajadores industriales perderían sus puestos de trabajo debido a la automatización”

“En su primer volumen de El Capital, publicado en 1867, Karl Marx argumentaba que los fabricantes intentan continuamente reducir los costes laborales y obtener un mayor control sobre los medios de producción mediante la sustitución de seres humanos por equipamiento principal siempre y cuando sea posible. Los beneficios de los capitalistas no solamente proceden de una mayor productividad, de una reducción en los costes y de un mayor control sobre el puesto de trabajo, sino también de la creación de un amplio abanico de trabajadores desempleados disponibles, cuya capacidad de trabajo potencial está en condiciones de ser utilizada en algún otro lugar de la economía.”

“En 1912, se necesitaban 4664 horas/hombre para construir un automóvil. A mediados de los años 20, se podía ensamblar uno en menos de 813 horas/hombre. En otras muchas industrias, se obtuvieron incrementos de productividad similares.”

“A medida que la productividad se disparaba durante los años 20 y un creciente número de trabajadores se quedaban sin trabajo, las ventas descendieron de forma más que dramática. La prensa empezó a hacer circular historias relativas a «huelgas de compradores» y a «mercados limitados». Enfrentados a una situación de sobreproducción y con un número de compradores insuficiente, la comunidad empresarial empezó a poner en marcha sus mecanismos de relaciones públicas para relanzar el consumo público.”

“La transformación del americano medio de una psicología basada en el ahorro a una basada en el consumo, se mostró tarea ardua y difícil. La ética protestante del trabajo, que había dominado el comportamiento del americano de frontera, estaba profundamente enraizada en el comportamiento general. La moderación y el sentido del ahorro eran piedras angulares en el estilo de vida americano, parte fundamental de la inicial tradición yankee que había servido como guía maestra para varias generaciones de americanos, así como elemento de anclaje y de arraigo para los inmigrantes recién llegados decididos a lograr un mejor nivel de vida para sus hijos.”



Pasaje de: Rifkin, Jeremy. “El fin del trabajo.” 1994
Biografía de Rifkin en Wikipedia.

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