martes, 12 de noviembre de 2013

EL SIGLO XVIII( II PARTE): MERCADO, OFERTA Y DEMANDA.


“Un día en que Nasrudín quedó a cargo de la tetería local, el rey y parte de su séquito, que habían estado cazando cerca, se detuvieron y entraron a desayunar.
«¿Tienes huevos de codorniz?», preguntó el rey.
«Seguramente puedo encontrar algunos», respondió Nasrudín.
El rey pidió una tortilla de una docena de huevos, y Nasrudín corrió a buscarlos. Una vez el rey y su séquito hubieron comido, les pasó una factura de cien monedas de oro.
El rey se quedó atónito. «¿Tan raros son los huevos de codorniz en esta región?», preguntó.
«Los huevos de codorniz no son tan raros por aquí», respondió Nasrudín. «Pero las visitas de los reyes, sí».”

Pasaje de: Graeber, David. “En deuda.” 


ACTIVIDADES:

1.-Busca información sobre Nasrudín en Internet, escribe una entrada sobre sus historias en el BLOG, con imágenes y texto.

2.-Compara el texto anterior con la tira cómica de Calvin and Hoves 


Completa la encuesta:










Lee el siguiente texto:

“Un tulipán florece en cuestión de una semana y marchita con rapidez. ¿Cómo pudo formarse una burbuja especulativa con un producto tan perecedero? Si un bien degenera con rapidez es difícil que su precio se dispare a niveles irracionales.
Breve lección de jardinería. Los tulipanes pueden obtenerse de dos formas distintas: a través de sus semillas o de bulbos. Para que una semilla se transforme en bulbo ha de pasar la friolera de entre siete y doce años, y eso es demasiado tiempo. Los bulbos, en cambio, son unos clones que se formar en el interior de sus capullos y que, cultivados en condiciones adecuadas de pH, arena, humedad y temperatura, crecen hasta convertirse en bulbos normales, de los cuales, cual semilla, brotará de nuevo la flor de tulipán, y así sucesivamente, en el mágico círculo de la vida.(...)
El primer mercado es, por así decirlo, el del producto terminado, el bulbo recién florecido, el televisor de plasma, hermosos tulipanes a la venta en los mercados de Ámsterdam, La Haya y Haarlem. Nobles, comerciantes, burgueses y aristócratas los compraban a precio de oro.
Al acabar la temporada de la flor, empezaba la de los bulbos. Junto a los tulipanes habían crecido los pequeños bulbos de los que hemos hablado. Entre junio y septiembre se arrancaban y se plantaban después. La especulación tuvo lugar con estos bulbos enterrados. Como estaban bajo tierra, no podían pasar de unas manos a otras, con lo que a los holandeses se les ocurrió vender un derecho sobre el futuro tulipán. Sí, he dicho futuro. El mecanismo que a continuación explicaré se denomina hoy en los mercados bursátiles «contratos de futuros». Los holandeses, precursores de muchas de las prácticas financieras modernas, idearon a través del tulipán los contratos de futuros que hoy forman parte de nuestros mercados de valores.(...)
“Así, más o menos, discurrió el asunto:
Un productor al que llamaremos Van Garden tiene un bulbo enterrado en su parcela. A él se dirige un holandés llamado Van Premier y le dice:
—Le ofrezco 10 florines por su bulbo de tulipán.
—De acuerdo, pero no puedo dárselo hasta que esté listo para florecer. Si lo desentierro ahora, se estropeará.
—Bien, pues hagamos lo siguiente. Le entrego 1 florín como paga y señal para que me lo guarde. Y cuando dentro de un año el bulbo haya crecido, le pago los 9 florines restantes. ¿Qué le parece?
—Hecho.
Firmaban entonces un contrato que un notario refrendaba, y quedaba cerrado el trato.
El precio de los tulipanes subía con rapidez, así que antes de que la esposa de Van Premier se indignara por el dispendio de su marido, éste contactaba con Van Secondo y le proponía:
—Los bulbos se pagan ya a 20 florines. Yo tengo uno. Si quieres, te lo vendo.
—De acuerdo. ¿Dónde está? ¿Puedo verlo? —pregunta Van Secondo.
—A decir verdad, está bajo tierra, pero mira este contrato notarial. Dentro de un año me lo entregan. Si quieres, págame 2 florines a cuenta y, cuando me lo den, te lo paso y me abonas los 18 florines que faltan.
—Trato hecho —dice Van Secondo. Y van al mismo notario a firmar el contrato futuro.
Al cabo de unos días, Van Secondo va a ver a Van Tercius y le dice:
—Los bulbos se pagan ya a 30 florines. Yo tengo uno. Si lo quieres, te lo vendo.
—De acuerdo —accede Van Tercius—, ¿puedo verlo?
Esto… bueno, no lo tengo. Pero mira este contrato notarial. Dentro de un año me lo entregan, ¿ves?”

Pasaje de: Fernando Trías de Bes. “El hombre que cambió su casa por un tulipán.” ePubLibre, 2009-01-01. iBooks. 
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Con este enlace Tulipomanía. Crea una entrada hablando del fenómeno descrito.

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