miércoles, 19 de febrero de 2014

EL FINAL ...




EL VIEJO Y LA MUERTE. FÉLIX MARÍA SAMANIEGO.

Entre montes, por áspero camino, 
Tropezando con una y otra peña, 
Iba un Vejo cargado con su leña, 
maldiciendo su mísero destino.
Al fin cayó, y viéndose de suerte 
Que apenas levantarse ya podía, 
Llamaba con colérica porfía
Una, dos y tres veces a la Muerte. 
Armada de guadaña, en esqueleto, 
La Parca se le ofrece en aquel punto; 
Pero el Viejo, temiendo ser difunto, 
Lleno más de terror que de respeto, 
Trémulo la decía y balbuciente: 
«Yo ... señora... os llamé desesperado; 
Pero... «Acaba; ¿qué quieres, desdichado?» 
«Que me cargues la leña solamente.»

Tenga paciencia quien se cree infelice; 
Que aun en la situación más lamentable 
Es la vida del hombre siempre amable: 
El Viejo de la leña nos lo dice.






RETRATO. A. MACHADO.

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, 
y un huerto claro donde madura el limonero; 
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla; 
mi historia, algunos casos que recordar no quiero. 

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido 
?ya conocéis mi torpe aliño indumentario?, 
más recibí la flecha que me asignó Cupido, 
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario. 

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, 
pero mi verso brota de manantial sereno; 
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, 
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno. 

Adoro la hermosura, y en la moderna estética 
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard; 
mas no amo los afeites de la actual cosmética, 
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar. 

Desdeño las romanzas de los tenores huecos 
y el coro de los grillos que cantan a la luna. 
A distinguir me paro las voces de los ecos, 
y escucho solamente, entre las voces, una. 

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera 
mi verso, como deja el capitán su espada: 
famosa por la mano viril que la blandiera, 
no por el docto oficio del forjador preciada. 

Converso con el hombre que siempre va conmigo 
?quien habla solo espera hablar a Dios un día?; 
mi soliloquio es plática con ese buen amigo 
que me enseñó el secreto de la filantropía. 

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito. 
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago 
el traje que me cubre y la mansión que habito, 
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago. 

Y cuando llegue el día del último vïaje, 
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, 
me encontraréis a bordo ligero de equipaje, 
casi desnudo, como los hijos de la mar.



ENLACES:.

1.-POEMAS SOBRE LA MUERTE.
2.-OTRO ENLACE SOBRE EL TEMA.
3.-PABLO NERUDA.
4.-MÁS SOBRE EL TEMA.
5.-ELEGIA A RAMÓN SIJÉ.


ACTIVIDAD: Crea una entrada comentando poemas con ayuda de chistes o de imágenes divertidas.

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